martes, 22 de diciembre de 2009

Felicidad interrumpida

Odio el azar, a pesar de ser el modo más justo de ver la vida.

Sir Skynigth.

Mirella Pérez desapareció con sus escasos 45 años en una cita que sería la más larga de todas… la última. Aquella, que la restringiría de la luz, el calor de su familia, el sonido de la ciudad y la libertad de desplazarse hacia donde quisiera, aquella que postergaría sus sueños y la volvería un ente desesperante en el nicho de la oscuridad, desempeñando un papel que no le correspondía y terminando por zanjar todas sus esperanzas.
En las oficinas del Centro de Desarrollo Socia, Mirella tenía concertada una cita como voluntaria con alguno de los asistentes sociales, sería auxiliar en el proceso de devolver una niña de nuevo a su hogar. Y así fue como estaba dispuesta a encaminar a los señores con los que entregaría a la creatura. Vuelta a la derecha y desvío por la carretera 58. El trayecto fue más largo de lo normal, la vegetación se extendía, los espectaculares de la ciudad escaseaban, el viento arreciaba y ellas de la civilización se alejaban. Conforme avanzaban, Mirella comenzó a dejarse seducir por la somnolencia, y cayó en un sueño que no le permitiría distinguir los alrededores en que horas más tarde se encontraría. Ya no había vuelta atrás, la dama de ojos verdes y cabellos castaños y teñidos fue encerrada y esposada a uno de los pies de la cama en su habitación doblemente ausente, que entre sueños y realidades repararon en subir las escaleras para comenzar el dulce tormento con la señora Mirella.
Despertó, reparó en su estado y comenzó a sollozar, gemir, llorar y gritar con una fuerza que le arrancaba los ojos en plena oscuridad que le impedía siquiera saber dónde se encontraba y la dejaba sin garganta. Parecía un bebé buscando la atención de sus padres.
— ¡Auxilio! ¡Libérenme!
Las horas pasaron y su voz renunció a seguir gritando. Lloraba a secas y el único remedio fue el silencio mezclado con sueños. En ese lapso, Ella aprovechó para bajar al calabozo anacrónico y dejarle algo de cenar a su nueva madre que consentía durante su inconciencia, acariciándole las mejillas que después desquitó con una pequeña contracción de labios. Se sentía y feliz pues había encontrado el elixir que tanto había extrañado con el resonar del nocturno número nueve de Chopin que armonizaba e hipnotizaba el momento, su momento.
Mirella despertó y alcanzó a observar la habitación detenidamente: una cama tendida por una colcha blanca y lisa, sostenida por unos pies dorados, mezclada con cortinas floreadas en los bordes superiores sin dejar pista en la tonalidad acromática de las paredes del sitio sagrado. Las texturas no podían faltar en su retención, Mireya se vio rodeada de seda y algodón entre sus manos que constantemente acariciaba porque la remontaban a la presencia de su hija y su esposo, mas seguía atada a un pie. Las fotografías de su doble ausente la miraban estrechar esos trozos de tela al ritmo del nostálgico e intenso del nocturno musical.
10 de Septiembre.
Un día más de trabajo. Un día más lleno de teléfonos, quejas, quejas, teléfonos y sonrisas fingidas. La verdadera pregunta de todos los días se hacía presente al atravesar la puerta de mi oficina ¿cuánto más…?
— Tenemos un caso. Te estamos esperando en la oficina de Paola.
Por si no fuera suficiente, esa es mi tortura particular. Eso pasa cuando eres un detective a punto de retirarte… debes convertir de novatos a hombres. Pero alguien se tendrá que quejar cuando me retire.
— ¡Qué esperas!, prefiero llegar antes de que se transforme en Hulk, que yo la veo por mas tiempo…
— Te escuche a la primera.
Blablhavlabla. Más me vale hacerme de un desconocido en el trayecto. Parece que su pasatiempo favorito es hacerme molestar. Sin embargo, muy en el fondo es buena persona, y todos pasamos por esa etapa. Me reiré en mi tumba como mi antiguo mentor…
—Ricardo, Detective Loret, tememos que sea asesinato en serie. Por eso se lo pediré a ustedes.
— ¡Wow!, ¿puedo hacer las entrevistas? Siempre he querido ver a los ojos la maldad pura de un corazón que…—“novatos”
— Ya aprenderás a odiarlo. Por otra parte, ¿qué tienes en del caso?, ¿y los cuerpos, o ya se hicieron reportes?, ¿qué los relaciona?
— ¡Qué están muertas!— “…a veces me arrepiento de haberle elegido así tan...”
—Mirella al igual que otras cuatro fueron encontradas muertas por asfixia. Aquí están los informes forenses. En cuanto a la información socioeconómica, más detallada, están en estos archivos.
— Gracias Paola, pero cómo consiguieron esa información.
— La información de las víctimas cuando estaban vivas me la permitió el dueño mismo de la compañía Centro de Desarrollo Social, de hecho tenemos acceso a su sistema.
— Nuestro primer sospechoso.
— ¿El dueño de ocho empresas trasnacionales?, Necesito que te vallas a investigar cuales miembros específicamente entrevistaron a estas personas y consigas sus expedientes. Yo me encargo de los archivos forenses. Y perdona que no te lo agradezca, Paola.
— Nos vemos luego Pao. Oye pareja, ¿para qué me debo infiltrar?
26 de septiembre.

Hoy, en la oficina se hablaba de todo y nada a la vez. Era difícil atender nuevos casos cuando el secuestro de la señora Pérez era el tema de conversación impuesto. Al parecer estamos implicados.
El ambiente en los pasillos, se respiraba muy extraño, todos desconfiaban de todos. Se observaban de reojo y comentaban a su respectivo grupo sus sospechas: Uno de los coordinadores de asistencia social, acusaba en secreto a López, quien se encargaba de la entrega de niños perdidos. La encomendada de atender a las familias miraba con extrañeza al coordinador, pues él fue quien abrió la institución, pero también hubo un ingreso anterior, una joven que recibe una pensión mensual por parte de Desarrollo y se dedica a las labores de limpieza en sus ratos libres, aunque ella aseguró que vio a una de las coordinadoras entrar a su oficina con una sonrisa muy extraña, pero contagiante.
— ¡Ya lo tengo!—“ya era hora”— La lista se reduce a tres constantes.
— Buen trabajo. Primero te explico como funciona la victimología de nuestro sujeto. — me armé con los expedientes más que revisados en los últimos días, y me dispuse como cuando un maestro para su cátedra— Elena Hernández, 48 años al 8 de mayo. Asfixia. Fractura craneal post-mórtem. SHD (Sin heridas defensivas). Gabriela Gonzales, 45 años al 8 de junio. Asfixia. Herida cervical con cable del numero 12. Muñecas dislocadas y varios moretes en los brazos. Ana Isabel Rodríguez, 45 años al 8 de agosto. Asfixia y se repite la herida cervical. Marcas defensivas y heridas con punzocortantes a lo largo del torso. Post-mórtem, mordidas en glándulas mamarias.
— Aquí ya va siendo mas regular. Y pobre Ana, se saco la “lotería”— Esos ratitos de lucidez me hacen seguir entrenándolo. Si nada mas tiene la cara…
— Mirella Pérez, Asfixia. 3%de alcohol en la sangre. Ahora dime que deduces de todo esto, pertiendo de que solo las tiene 3 o 4 dias y que a todas las mata.
— Podría asegurar de que es mujer, pues no hay componente sexual aparente, sin embargo, esa herida en las glándulas mamarias, por qué a unas las mata de un modo brutal y a otras simplemente las asfixia. Déjame voy por un café, ¿gustas?
Nada peor que un café de comisaria, excepto las donas de comisaría. Niego con la cabeza y le pido que se apure para comenzar con los interrogatorios de sus sospechosos.
Confrontación de interrogantes y sospechosos.
Los interrogantes citaron a los sospechosos a las 19 horas para ir en busca de confrontar la verdad y encontrarla a la par, como cualquier caso lo exigiría. Roberto, Paola y el detective veían detrás de la pared con espejo. El primero en arribar fue el coordinador de asistencia social, quien halándose el cuello de la camisa y quitándose el sudor de la frente saludó al interrogante. La sesión de preguntas comienza como un vago interés por conocer que tanto saben de las muertas investigadas, el coordinador solo parafraseó lo que los medios han dicho, y declaró, entre tantas otras, las primeras personas a las que vio ingresar al Desarrollo: López, entró a buscar a algo y no volvió a salir de su oficina. Suficiente, el siguiente sospechoso llegaba a la sala, era López comenzando a balbucear tonterías hasta que el interrogador lo interrumpió y fue directo al grano con la información, López buscaba las llaves de un cajón confidencial y esperaba una visita en su oficina para confirmar el fallo de un caso. Balbucea algunos nombres, los nervios lo vencen y llora declarando haberse robado desde hace dos meses el café de su oficina... Después la encomendada de atender familias llegó y empezó a hacer uso de indiscreciones e intrigas en contra del coordinador, al afirmar que fue él quien abrió la puerta y lo vio muy determinante en sus acciones, sobre todo a la hora de ingresar a la oficina y estar dando vueltas en sus alrededores, una actitud muy anormal en él. Siguiente testigo sospechoso, la chica de la limpieza, quien sin establecer contacto visual y cerrar continuamente sus ojos declaró que vio ingresar su coordinadora la rubia, esa que a veces la ayuda y que tiene una sonrisa muy extraña y contagiosa, mezclado con un caminado que la hacía ver muy segura de lo que iba a hacer, pero sacó un folder y unas llaves y se dirigió a su oficina… Ninguno de estos servía ni para culparlos de algo.
7 de octubre
— Detective, correspondencia interna. Paola lo espera para que no de un perfil pues asegura que esta relacionado con su caso.
— Perdona que no te lo agradezca, pero si tienen razón ahora juego contra reloj sin sospechosos y con una vida en la apuesta.
— Ya veo, si no llega…
Cuando me retire me llevo esa puerta. Cristal Vásquez, 49 años. Madre soltera de un universitario que no vive aquí. 1.65, ojos verdes, cabello castaño ¿teñido de rubio!, por que… ¡Por qué no lo vi antes!
— Maestro, Hulk lo busca…
— Su hijo, de esta señora, donde está…
— ¡Em!… ¿en el pasillo…?
— Piensa, y si quisiera buscar hacerles un favor, haciéndose un favor a sí mismo… y les pediría que se tiñeran el cabello… o ¿para qué se tiñe una persona mayor el cabello de rubio hoy en día, si no es su color natural? A ver todos, quién es el Hijo de la señora Vázquez. — un joven se levanta firmemente al fondo— desde hace cuanto se tiñe tu madre el cabello.
— Hace dos semanas y medio.
— Coincide… Gracias. ¡Roberto! Busca en la base de datos la dirección de la coordinadora que está a cargo de la información, esa que a veces hacia la limpieza. Y pídele a Paola que nos lleve ahí una orden de arresto.
La música continuó sonando por varios días, Crystal seguía esposada, endeble, con unas ojeras que resaltaban su cansancio y reflejaban esperanzas remotas de ser rescatada. Las telas quedaron maltratadas, de tanto aferrarse a los recuerdos, ni siquiera se podían distinguir como retazos.
Ella no podía soportarlo más, su distanciamiento y rechazo le agitaban las entrañas. Ella quería sentir a su madre muy cerca, seguirla y adorarla como el último día que suspiró: “Adiós hija, mi querida bebé”.
Se acercó a Crystal, le acarició el rostro con la parte frontal de sus dedos y siguió el recorrido hasta la apertura de sus senos, Ella temblaba y “la madre” lloraba deseando escapar de esa realidad. Nada podía hacer, la tenía a su merced, tanto que la obligó, provocada por la excitación, a decir que es su madre que la quiere y que jamás la abandonaría. La víctima no cedió, Ella le lanzó un fuerte golpe en la cara y la forzó a decir lo mismo, hasta escuchar pronunciarlo de sus labios varias veces y ceder ante los roces de su supuesta hija. Crystal fue madre de una joven a quien prácticamente desconocía y odiaba con todas sus fuerzas. Ella ya no se dejaba, le escupía y expresaba su furia que después se vio compensada con caricias, patadas y besos salvajemente dados por Ella, quien tomó los retazos adorados y se los situó apretadamente en el cuello hasta ya no dejarla respirar, hasta arrebatarle su último suspiro… Fue en ese instante cumbre donde los oficiales llegaron, al momento en el que las frustraciones comenzarían a desatar parte de sus fortalezas, y al ver el cadáver descubrirían que la verdadera raptora es Ella, la de la extraña sonrisa contagiante, quien buscaba refugio en esa mujer…

Feliz navidad!


A todos, felices fiestas!!!

lunes, 19 de octubre de 2009

Incoherencias de la vida

“El artista no busca una idea rara, sino una manera rara, única, que le es propia, de reproducir una idea común, de reproducirla realmente común hablando a todo hombre como hablan las grandes obras”.
Emile Charier Alain


¡Vamos!, no seas tímido. Te encanta acostarte sobre mi… sé que lo disfrutas, pues no te gusta bajarte de mi hasta muy tarde. Sé que vienes a mí porque te gusta soñar que eres el mejor en todo. A veces creo que te molesta apartarte de mí, mi calor, mis encantos. Se que te gusta el olor a jabón que usamos, la frescura de mis paños menores, la manera en que te cubre mi ser… ¡Sabes que soy toda tuya!, soy tu incondicional, la que siempre te espera y no te reclamará nunca que no llegues por noche, porque te conozco y se que, de cualquier modo, siempre volverás…
Sabes que contigo no hay problema para nada, incluso si me quieres compartir. ¡Siempre estoy dispuesta! Sabes, que después de todo, conmigo siempre tendrás un buen descanso y unos dulces sueños hasta que compres otra cama.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Acerca de la soledad

Hay quienes se asustan ante la Soledad, hay mentirosos que la dicen disfrutar… Ambos me parecen patéticos. La soledad nunca ha sido bien abordada. Es falso eso que dicen que es fría, amargada y silenciosa, sólo son detalles para ocultarse. Siempre he dicho que el mejor disfraz es el que llevas a diario, y la mejor mascara tu rostro… no necesitas nada más que dejarte a la vista para que nadie te encuentre verdaderamente. Si no su novio, quizá uno de sus mejores amigos… Mañana te cuento.

No creí que Soledad fuera tan buena beisbolista… además de saber como invitar a la reflexión: "Cantos de sirenas, cortejo, falsos halagos ¿notaste la diferencia?" Ese es el problema con las mujeres de hoy en día.

Dicen que la curiosidad acabó con los gatos de la calle… No es cierto, los mató Raúl en sus apuestas clandestinas. Las ha organizado desde hace tres meses… consiste en ver qué gato llega más lejos en un pasillo improvisado de rejas y jaulas para que solo pudieran correr en una dirección. Del monto total en cada carrera, el treinta por ciento es para Raúl, el resto se reparte entre los ganadores. Cinco carreras por sesión. Todos atentos. Felinos en las jaulas de partida, baño de gasolina y "en sus marcas, listos… ¡Fuego! Felicidades al que apostó por el manchado… Gracias a Martín, el de la veterinaria, por donar los dos de esta carrera. Los próximos fueron encontrados por Lourdes, la callada. Los encontró en el vecindario de Doña Esperanza… ¡No son de ella! Vengan, acérquense. ¡Apuesten o a la próxima cobro por entra a ver...!" Los animales son necesarios, pero los excesos son malos. Se que es cruel, y no trato de justificar a Raúl. Lo que me sorprende es el grado de organización y control que logra con los de la escuela: "castiga" a los que no dejaría ver "el espectáculo" y se cumplen sus órdenes, además, les cobra por ver un espectáculo que es cruel o para curar sufrimientos… aún no lo decido.

De las cosas que te puedes enterar después de terminar con dos botellas de jerez, dos tragos de tequila, uno de vodka, dos botellas de Don Pedro y un presidente derecho (la bebida, claro. Pues ¿qué otra presentación existe?) . Los gatos que inauguraron las carreras clandestinas son los de su hermana menor… una chava casi mi edad que, después del mezcal (porque Raúl le quiso seguir), me la presentaría. No es que sea experto, pero Soledad no estaba muy satisfecha con que yo me enterase así. Cuando miró que llegaban los dos barriles nuevos, mejor de plano me dijo que tendríamos una cita si la sacaba de ahí y la llevaba a su casa antes de que los ebrios y su hermano (que aún no tenia suficiente, no se dónde les cabe tanto) abrieran el primero… Creo que no estaba tan borracho porque le pedí su número antes de que se bajara del carro de mi jefe o lo quedaba. Lástima que se le olvido escribir dos dígitos.

Ya hace una semana que no te visito. Es que con los exámenes de plano casi no hay tiempo. A partir del oso que tuve con Sol, decidí no volver a tomar… La estoy pagando caro. Mi jefe me prohibió usar el carro hasta que le pagara lo que le tuvo que hacer. Lo bueno es que cuento con el descuento del familiar y el de empleado: Me obliga a trabajar gratis en su taller y aparte me descuenta delante de mi familia cada que se acuerda… Como el contrato es por tiempo (dos meses), todas las mañanas me salgo a correr al parque y pues, por la tarde, a la escuela.

Dicen que el tiempo cura las heridas. No estoy de acuerdo. Las heridas perduran. La mente con el tiempo las cubre con cicatrices para proteger su cordura y atenuar el dolor… pero nunca desaparece. Hoy fuimos a visitar a mamá a su tumba. Y por mucho que hablamos con ella y a pesar del tiempo, no podemos resistir el haberla perdido así, tan de repente y de un solo tajo. Marisol, mi papá y yo tratamos de que nos vea felices pero sabemos, los tres, que siempre tratamos de esconder las lágrimas. Es como un lenguaje secreto entre nosotros. Comprendemos que el otro necesita consuelo, y tratamos de consolarlo aunque sabemos que las palabras nos las decimos mas para consolarnos nosotros. Siempre tratamos de enterrar ese dolor en el pasado y dejar que nuestra madre descanse. En su cumpleaños también la visitamos y comemos pastel. Pero hoy, que cumple año luctuoso, nos tomamos de la mano y le contamos nuestras aventuras y aciertos. Le mostramos que podemos seguir sin ella, pero que nos gustaría más que estuviera con nosotros… menos a Marisol porque le daría miedo (tiene 6 añitos). Ese día no fui a la secu. No tenia ganas de ver a nadie. Me quedé pensando en la soledad de mi recamara.

A menudo doy razones para ocultar verdades, pero hay verdades que no tienen nada que ver con las razones. Mi maestra de Gramática me quería castigar por que falté ayer, pero cuando le dije que falte porque mi madre se murió me quería correr del salón hasta que al menos me saliera una lágrima de cocodrilo o me pusiera morado… Lo que no le dije es que hace tres años que murió. Creo que eso me salvará por lo pronto.

Las penas no se olvidan, los hábitos no se borran. Se superan se cambian. Mi padre me perdonó la deuda de su auto con la condición de que siguiera corriendo por las mañanas. Él me acompañaría los martes, los jueves y los fines de semana. Pero los demás días me acompañaría al gimnasio. Que corrían por su cuenta los primeros dos meses y que después me lo pagaría yo. Cuando crezca me gustaría tener ese poder de convencimiento y de motivación que posee mi viejo.

Necesito contarte algo muy importante… ¿a quién crees que me encontré ayer en el parque? ¡A Soledad! Iba con dos amigas, Luna y Rebeca. Soledad es la líder del escuadrón. Rebeca la lamebotas y Luna la tímida que busca reconocimiento. Al parecer les sorprendió verme ahí, solo y haciendo ejercicio. Creo que porque no me habían visto, a excepción de Luna, después del choque… y de todo lo demás. Rebeca está en mi salón. Luna y Sol son de un grado menor.

Hoy, por llegar tarde a la clase de Formación Cívica y Ética, hacer un trabajo en equipo con Luna será mi tarea. Debemos hacer una exposición acerca de la amistad en la adolescencia y alguna noción del término enamoramiento. ¡Ah!, y concluir, especialmente yo como favor especial para la profe (así fue como lo señaló), la importancia del valor de la puntualidad. ¡No sé porque los profes la traen en mi contra!

Raúl me invitó a sus carreras otra vez, dijo que era la última porque se iría a estudiar a la capital. Que habría una celebración después y que honrarían a los gatos que murieron por la diversión de todos nosotros. No sabía que los guardaba. Lo peor es que lo hacia por una razón particular y fuera de serie… estudiará veterinaria. Lastima que no podré porque tengo que preparar la expo, y aún no preparo el favor especial para la profe…

Luna cumple 14 años la próxima semana. Me pidió que la acompañara a la playa por la mañana. Dice que conoce un lugar donde se forma un ojo de mar precioso y que le gustaría compartir conmigo pero que sería nuestro secreto. Por la tarde no me podría invitar porque la a la comandante no le caía muy bien. Y que por alguna razón cubría sus distancias a pie o en bici. Lo malo es que no sé que regalarle para que no diga que me quiero aprovechar, aunque me gustaría. Lo que nunca falla es el pastel, pero si vamos al ojo de mar no sería lo más lógico. Le regalaré un collar de conchas.

Mañana es el cumple de Luna. No sólo le hice un collar, sino una pulsera de hilaza, de esas que nos hacia mi madre a Mari y a mí cada cumpleaños. El collar es de conchas blancas con un colmillo de marfil como dije. La pulsera es de tres colores: amarillo, naranja y rojo. La idea es que si no le gusta uno, le guste el otro. Sería genial que le gustaran ambos pero es mujer… más vale prevenir.

Dos cosas, Fue lindo y difícil. Sol me declaro la guerra ahora sí. Al parecer sabían que Luna estaría en el ojo de agua en la mañana y la estaban esperando, lo que no se imaginaban es que estaría conmigo. Me dijo que la dejara de acosar y que no tratara de llegar a ella por medio de sus amigas. Lo que no sabe es que no me interesa ella, solo su conducta.

Raúl se va mañana, pero no nada más el. Toda su familia. Al parecer a su papa le hicieron justicia y le dieron un mejor trabajo que el de intendente de escuela, y lo mandaron de prefecto a la capital. A Soledad la inscribirán en esa escuela y a Raúl, pues a veterinaria. ¡Aún no me la termino de creer! Otra cosa es que Luna ya no se junta con sus amigas, sino conmigo. Creo que me agrada su compañía.

Rebeca lloró, al igual que la mayoría de los apostadores, borrachos y gaticidas de la zona. Luna se deprimió y no quiso asistir a la despedida de… Me dijo que pasara lo que pasara no me fuera de su lado. Y creo que no me quiero ir. Creo ya comprendí porque la luna es mejor compañera que la soledad...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Jejeje... muy buena lectura. No lo escribi yoT.T

Carta a una niña que no quiere leer

Querida Brenda: Hoy has puesto de lado con disgusto el libro que elegí para que practicaras la lectura. ¿Cómo te convenzo de que nada puede compararse con ese torrente de emociones que es leer? Algún día me sentaré contigo y te explicaré por qué los libros son mejores que la tele. Los libros son etapas de la vida.
Hay una historia de un niño al que le encantaba leer y que un día encuentra el libro perfecto: un libro que no termina nunca. Creo que todo lector devoto encuentra un día su propio libro perfecto, el libro que lo conmociona a tal grado que lo hace amante de la lectura. Como David Copperfield, que se consolaba leyendo cuentos infantiles, algunos leemos como si en ello nos fuera la vida, usando los libros no sólo como un consuelo, sino como una manera de navegar por la realidad, de descubrir cómo sobrevivir en un mundo tantas veces hostil hacia la imaginación.
Mi libro perfecto fue precisamente La historia sin fin, de Ende. Cuando te topes con esa historia maravillosa –cualquiera que ésta sea– pasarás tardes enteras delante de las páginas impresas, con las orejas ardiéndote y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidada del mundo sin darte cuenta de que tenías hambre o de que te quedabas helada. Eso es algo que deseo que te suceda.
“¿Qué cosa parecida obtenemos hoy al leer que pueda igualar la emoción y la revelación de esos primeros 14 años?”, preguntaba alguna vez Graham Greene refiriéndose a sus primeros libros perfectos.
Añoro que al leer Beau Geste sientas el calor del desierto, la cara roja por la arena transportada por el viento y la lengua pega-da al paladar, mientras acompañas a Miguel Geste por las dunas en busca del Agua Azul, el enorme diamante que desaparece misteriosamente. Pero no dejes a Geste solo en el desierto. Te aseguro que si abandonas el libro, él se quedará ahí para siempre, sin encontrar a su amada Isobel. Si dejas al Capitán Bligh en Hombres contra el mar luchando contra la tormenta en su frágil lancha, con-tenderá eternamente con las olas y los arrecifes, a menos que tú lo acompañes a buen puerto.
Algunas de estas historias leerás en lo secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque papá o mamá o alguna otra persona habremos apagado la luz con el argumento bien intenciona-do de que tienes que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito. Y te estarás preguntando si Douglas Quail, en un pequeño y maravilloso cuento titulado Usted lo recordará perfecta-mente, estaba imaginando o realmente fue a Marte. Si lees Momo, nunca volverás a ver la Luna como lo hacías antes, porque habrás descubierto que en realidad no es la Luna, sino el espejo de la niña, de Momo, pero esto no debo contártelo, porque quiero que tengas el placer de leerlo por ti misma.
Con ciertos libros llorarás abierta o disimuladamente lágrimas amargas porque una historia maravillosa acaba y habrá que decir adiós a personajes con los que creciste, a los que querías y admirabas, por los que habrás temido y rezado, y sin cuya compañía la vida parecerá vacía y sin sentido. Igual que Lucy Barfield y sus primos, de regreso a casa tras su viaje por Narnia, extrañarás el sabor de los tocinos de cielo y te preguntarás si será posible seguir adelante sin la presencia reconfortante de Arlán. Tal vez añores como yo escuchar la voz de Graógramann, el león de La Historia sin fin, en los momentos más terribles de la vida.
Si puedes, lee libros gordos, flacos, pequeñitos, lujosos y mal-tratados, con dibujos y sin dibujos, y te darás cuenta de que, con frecuencia, libros olvidados que dormitan en algún rincón, con-tienen historias extraordinarias, más allá de todo lo imaginado. ¡Quién sabe cuántas narraciones imposibles y encantadoras des-cansen ahí esperándote!
Pero no todo es fantasía y ficción. Hay también libros con cosas reales, y con el poder de hacer que la Tierra gire para el otro lado. Hace algunos años, un estudiante llamado Smith encontró en un convento de Jerusalén un libro de apariencia inocente, cuya existencia nadie conocía, y que ha puesto a discutir a todo el mundo acaloradamente. Tal es el poder de las hojas empastadas.
Otro placer muy señalado encontrarás en regresar a tus viejos libros cuando seas mayor, lo cual será como un reencuentro de esos que en la vida nos pasamos añorando y nunca tenemos. Ahí estarán, guardados amorosamente, tus compañeros Miguel Geste, Momo con su falda de remiendos, el imponente Graógramann, Douglas Quail y William Bligh, el capitán que venció al mar. Con ellos, estará empastada la historia de tu vida. Y luego, algún día, tendrás edad suficiente para empezar a leer cuentos de hadas de nuevo.
Pero, por ahora, tengo que intentar convencerte de que tomes de nuevo el libro y leas La isla del tesoro.
Gustavo Vázquez Lozano*

* Escritor. Es autor de La Estrella del Sur (Pág. 44 de esta revista) y The Rolling Stones: Bailando con el diablo, entre otras.

martes, 1 de septiembre de 2009

¿Clásico?

Erase una vez una caperusita roja que se comió al lobo... ¡Y le gustó!

Bocanada

Las olas llegan y revientan en mi cabeza, como siempre. Este vaivén interminable se agita y se calma. Me tranquilizo y por último, la dejo ir.

martes, 18 de agosto de 2009

Soledad

Caía la tarde como gotas de lluvia, llenando calles con torrentes acuosos y cerrando el tránsito vehicular. Los acobijados de dios, friolentos, buscaban refugio entre los arboles lluviosos.

Era una de esas tardes donde el sentido común, el menos común de los sentidos, se paraban en las plazas solitarias preguntando por cosas como la ética, la profundidad filosófica en la vida de los pájaros, o que si la pena de muerte era realmente una pena…

Buscando entre mis cosas tomé el último cigarro para completar el placer de observar esta panorámica desde la ventana de este café, uno de esos donde lo mejor del local es la nieve Americana, las bebidas enlatadas y los cigarros. Un cigarro más, solo uno, el último… no es que ya no cupieran en el cenicero o de plano que haya saciado mis deseos de fumar, sino que ya era el último de todos los cigarros disponibles para mí en esta mediocridad.

Encendí el cigarro, al momento en que este pequeñejo se me acerco con cajetillas nuevas y encendedores, y terminé la tarde con el placer de sus gotas.

martes, 11 de agosto de 2009

MMM

—Buenas tardes señor Vazques, aqui esta su hija. ¡Hasta mañana, Luisa!

— Hasta mañana miss. Papi, tengo hambre, ahora me tocó jugar al lobo lobito..., y me caí dos veces, mira.

— ¿Pobrecita, te duele?

— ¡No!

— Esta tarde cenaremos en "La casa de Doña Rosita"

— Papá, pero está muy alto... ¡Yo no quiero subir esa mole! — protestó Luisa —, pero si hay mole no hay problema... ¡Me encanta ese que prepara de pavo con pipian..!

— Jamáz te entenderé. No sé por qué prefieres el mole, si todo el mundo sabe que que el menudo esa más, pero muchototote mde más rico.

— Ya papi, señor, usted sabe ir a "La casa de doña Rosita"

— ¡Al menudo!, ¡claro!, claro. Todos los martes voy.

— Ya ves licha, el menudo es lo mejor.

— Pues si usted se sube al taxi, no lo corrijo...

— Si aceptas que el mole de pipian con pavo es más rico nos subimos...— abriendo la puerta.

— Mujeres...

— ¡Desde pequeñas! — dijo el padre, mientras el taxista cerraba la puerta.

— Igualita a su madre..., ¡hasta en gustos culinarios! Súbete, Licha. Pero de regreso nos vamos caminando.

— ¡Gordototototes!, ¿y si rodamos? Yo no quiero caerme al acantilado.

— Pero ya puse la bardita, así que frenaremos antes de caernos.

— ¿Y cómo bajaré a cortar flores?

— Puse una puertita. Aquí tiene, gracias

— A usted, provecho.

— Gracias. Papi, tu casa me gusta más que la de mi mamí porque parece un castillo de princesas.

— ¿De princesas?

— Sí, es que esta bonita

— Buenas noches y bienvenidos. Aquí tienen el menu de hoy...

martes, 12 de mayo de 2009

almas tristes (Parte V)

-->Por fin llega, aquí una parte mas... disfrútenla.

— ¿Tienes hambre?

— No, no necesito comer.

— Pero, entonces, ¿sí tienes hambre?

— ¿Por qué... —la mirada al caramelo, una lágrima amarga y solitaria, una sonrisa de cabeza...

— Perdón, ¿no te gusta éste?

Movió la cabeza afirmando.

— ¡Tómalo!

— ¿A cambio de qué?, nadie es tan bueno, tan generoso así nomas...— levantó la mirada fulminante, encarando directamente a la de Sofía. Mientras tanto, se sintió de nuevo en la realidad. La pequeña tomó el caramelo más asustada que convincente...

— No te haré daño...—Tomando acopio de valor, decidió olvidarlo, dejarlo...— Necesito que me digas algunos dato para saber quién eres...

De regreso a su escritorio, tomó una forma y la colocó en la tabla regresando a la camilla de...

— Mira, come éste -le entregó el emparedado que conservaba para si misma- ¿Cómo te llamas?

— María.

— María, qué...

— No sé.

— Mira, no pasa nada. Solo vamos a hacer un expediente nuevo...
— ¿Otro?
— Has estado en algún otro hospital...

— No

— Así esta mejor, no mas mentiras. Dime tu nombre completo y muerde tu emparedado.

— ¡MMM!, rico.

— Bueno, ahora dime tu nombre.

— A... Angélica Jazmín Pérez Hurtado.

— ¿Dónde vives?

— No me sé la dirección por que no hay, pero sé llegar a mi casa.

— mmm... ¿dónde queda?

— Es la casa sola del cerro, el de aquí atrás.

— ¿Qué?

— Sí, mis padrastros dicen que así nos escuchan los gritos. ¡Gritan mucho!, ambos. Mi papá llegó enojado y borracho el otro día, golpeo a mamá, a mi me escupió y me quería quitar la blusa, solo la rompió. A no ser que mi madre lo golpeó con la cazuela... salí corriendo sin parar. No tenía a donde ir, no sabia que hacer ni como...

Sofía estaba paralizada. Quería hablar, pero las palabras simplemente no salían. En la facultad no enseñan estas cosas. Tenia la ligera sospecha de saber como terminaría aquella historia en la casa... Un aire denso de no sé que la invadió, dándole valor para poder concluir con todo esto, aunque no para todos... Mientras tanto, unos ojos observaban por la puerta.

— ¿Qué edad tienes?

— Trece, el próximo mes cumplo catorce.

— ¿Escuela?—Era pregunta rutinaria, en este caso se contestaba sola.

Esto no podía dejarlo continuar. Esos tutores jamás se enteraron que Jazmín estaba en la clínica, ni tampoco estarían dispuestos a pagar los gastos. Sabía lo que haría. Lo deseaba. Lo necesitaba... ahora por la salud de ambas. Anotó en las observaciones que nadie la había visitado, la hora del ingreso y que hasta ahora había despertado.

— Sí todo sale bien, ahora seras dada de alta e iras a tu hogar...

— En fin... ya extraño el grito de los saltamontes... ¡de nuevo en casa, a lo mismo!

— No cantes victoria...

Tenía mucho por hacer en tan poco tiempo. No regresaría a lo mismo, de eso, Sofía se encargaba.

martes, 5 de mayo de 2009

Almas Tristes (Parte IV)

Para todos los que siguen la historia, no se preocupen. Todavía falta un buen de la historia... Si no entienden algo o de plano alguna parte esta confusa, por favor, comenten para mejorarla, ya está terminada solo que me da flojera teclear... ¡Gracias!
— ... Así, la "bella durmiente" despertó...
— Y Humberto la durmió... en espera del príncipe que mate a la bruja...
— ¡Ya, no seas payaso!, bueno, déjame levantarme porque debo irme...
— Pero si tú entras a las 10, y son las 8...
— Y que propones...
Ambos corrieron a la ducha en una guerra de ropa. Las escasas horas de sueño les llenaron tanto de energía que la media hora duró el triple... Y de la ducha a otros lados...
Al caer de las nubes, solo se vistió, salió corriendo llevando en su mente todos los detalles de sus experiencias recién adquiridas. Llegó a las 10 mas quince.
— Perdón, llegue tarde por culpa del tráfico — en ese momento, la calle del hospital estaba totalmente despejada. En eso, entra Humberto con un par de maletas...
— ¡Qué feo tráfico! Un carro mustang choco contra un poste de la luz, y le cayó al carro de Ricardo, el de pediatría, lo malo es que el tipo esta sano, y Ricardo atendiendo un paciente...
— ¡Qué sádico! — contestó la recepcionista, con gesto aterrado — ¡cómo dices que lastima!.. Por el contrario.
— No, es que todos tienen trabajo, hasta la aseguradora de Ricardo, pero como ninguno salió herido nadie nos pagará a los médicos más cercanos al accidente...
— Lástima — Coreo Sofía. La cara de asco se asomó detrás de la ventanilla de recepción —. ¿Ya despertó la Bella Durmiente?
— No, pero necesitamos que la despierten para que hable con los psicólogos que vendrán en dos horas. ¿podrían?
— Claro que no...
— ¿Qué acaso la bruja despierta a su presa? ¡No!, la mantiene dormida...
— ¡Gracias Sofía!, para eso son los amigos... — En eso todos se fueron a sus respectivos puestos de trabajos.
Estaba por terminar de cambiar las bolsas de suero, cuando su estomago comenzó a reclamar. Se apuró para correr a la cafetería para comprar unos bocadillos y un emparedado de crema. Y de regreso a su escritorio, recordó el porqué no habia desayunado... sentía de nuevo las gotas de agua calientes rosando por su piel... sus manos... su cuerpo desnudo uniendose a ella... sus labios recorriendola lentamente...
— Dígame enfermera, en qué puedo ayudarla...
— Perdón, puerta equivocada.
Decidió regresar al trabajo y enfocarse a él.
Al entrar, a punto de morder su emparedado, muy al fondo miró la silueta de la bella durmiente que comenzaba a levantarse...

miércoles, 29 de abril de 2009

Almas Tristes (Parte 3)

Aquí, para todos lo que lo esperaban… Disfrutenlo :)
— ¡Buenos días!— Saludó Inés con cariño — Levántate o llegaremos tarde por…

— ¿Quién le dio las llaves de MI CASA, señora?

— ¡Es mi mamá, Isaac!— Reprendió— ¿Por qué siempre pelean?

— ¡Por qué eres mía!— respondieron al unisonó…

— Casi me sorprenden.

— Yo te merezco por antigüedad.

— Pero yo me la robé, vive conmigo y además…

— ¡Cállense ya! Dejen de pelear o…

— Tú eres la culpable amor— se acercó y, tiernamente, la rodeo con sus brazos por la cintura…

— ¡Ajum!, Aquí sigo.

— ¿Ya se va, suegrita?

— Se serenan o los encierro en la cocina para que hagan juntos el desayuno. ¡Y tú, ya dame las llaves de Isaac!

El resto de la mañana siguió normal, en una familia normal… Sofía estaba contenta, todo lo que quería estaba ahí, con ella, en armonía: si su madre y su marido no se peleaban no sabía delicioso el desayuno… salvo en algunas situaciones.

Todos se preguntaban cómo un matrimonio existiera tanto tiempo sin hijos, y no es que se quedaran precisamente con los “brazos cruzados”… A la hora de la verdad sólo el médico supo quien de los dos era estéril. Pero había amor, y sin duda aún existía.

El reloj corre de manera apresurada cuando se disfrutan los momentos, convirtiéndolos en memorias intermitentes. … el maldito reloj que conspira siempre en nuestra contra… la hora… ¡Ya es tarde!

— Sofía, y que con tú trabajo.

— Ayer terminé todo...

— Pero llegar el segundo día tarde no habla bien de ti.

— Cierto, hija. Odio admitirlo pero el "hombrecito" tiene razón.

— ¡Ok, me voy! — Contestó, enojada, al no saber cuándo se pusieron en su contra — Pero me las pagarán y no soy rencorosa.

Ducha. Ropa limpia. Bata de laboratorio. Dotación de cosméticos. ¡Listo! Indecisa aún, bajando las escaleras escuchó hablar en ecos a su madre. Pero solo se despide y se va.

En el camino observó a una señora muy contenta caminando por la calle con el mandado, un perro siguiendo a una ardilla, un anciano barriendo el frente de su casa, un bebé sacándose los mocos a un lado de la señora María, que, a su vez, estaba vendiendo de nuevo tamales en hoja de plátano fuera del hospital.

Repasó de nuevo las cosas que debía hacer, fue a tomar los sueros y a checar su tarjeta… Gracias a Humberto había llegado hace 20 minutos. Lista para enfrentar su destino saludo a la secretaria esquivando un urinal que estaba volando, por suerte vacio, en dirección a su cabeza.

— ¡Aléjense malditos! ¡Púdranse! — Los gritos eran más desesperados que insultantes, cargados con dolor y miedo— ¡Púdranse perros!

— No te acerques, Sofía, ahorita la duermo. — Entro Humberto, armado con una lanza envenenada, con sedante…

— No juegues con eso… ¡es una paciente!— dijo Sofía, dejando los sueros en la mesa improvisada junto con sus cosas— hay que…

En ese instante, en un simple segundo infinito, le llegó a Sofía un grito silencioso de auxilio a través del cruce de miradas… La bella durmiente cayó de nuevo en brazos de Humberto.

— ¡Gracias Doctor Humberto, no se nos había ocurrido…

— ¡Los sé!, los niños sólo piensan en jugar y así resuelven sus problemas… ¡A las fieras se les calma con lanzas!

El resto de la tarde vivió a la normalidad, excepto que, a Sofía, el sueño atormentador le regresó a la mente. De hecho, revivió aquella tarde lluviosa de invierno… comenzó a temblar de nuevo en pleno verano.

Al llegar el turno de atender a la sedada bella durmiente, no sabía cómo proceder: hablarle como humano o de plano amordazarla para evitar ser herida. Un urinal le pidió que considerara lo segundo…

Pero supo que hacer, sabía lo se debía.

Al vencer el vértigo, se acerco y limpió su rostro y cuerpo, al parecer, por primera vez en varias semanas. La acomodó y le ordeno sus escasas pertenencias. Su almohada, la bata, sus cobijas, el cabello… por un momento se perdió, de nuevo, en el tiempo.

Al terminar y en el regreso a su casa se preguntó cómo ocurrió todo después de ese último vistazo.

jueves, 23 de abril de 2009

¿Crimen?

Un pequeño aperitivo antes de la tercera parte de almas tristes... Disfrutenlo :)
La situación era crítica. Los medios masivos de comunicacion se portaban agresivos. Todo era novedad. Los niños grtaban. La gene tenia la boca abierta. El sol artificial apuntaba directamente al criminal. El crimen estaba recien consumado a la vista de todos. El asombro se escapaba por la mirada del público. El criminal no puede escapar. Jamaz lo hará ni lo pudo hacer. Todo ya estaba escrito. El asesino es atrapado por policias ficticios que caen de una cuerda. Su crimen es elogiado. Esperado. Premiado con aplausos. Se cierra el telón.

miércoles, 22 de abril de 2009

El Enemigo, de Anton Chéjov

Es de noche. La criadita Varka, una muchacha de trece años, mece en la cuna al nene y le canturrea:"Duerme niño bonito, que viene el coco…"
Una lamparilla verde encendida ante el icono alumbra con luz débil e incierta. Colgados a una cuerda que atraviesa la habitación se ven unos pañales y un pantalón negro. La lamparilla proyecta en el techo un gran círculo verde; las sombras de los pañales y el pantalón se agitan, como sacudidas por el viento, sobre la estufa, sobre la cuna y sobre Varka. La atmósfera es densa. Huele a piel y a sopa de col. El niño llora. Está hace tiempo afónico de tanto llorar; pero sigue gritando cuanto le permiten sus fuerzas. Parece que su llanto no va a acabar nunca.Varka tiene un sueño terrible. Sus ojos, a pesar de todos sus esfuerzos, se cierran, y, por más que intenta evitarlo, da cabezadas. Apenas puede mover los labios, y se siente la cara como de madera y la cabeza pequeñita cual la de un alfiler."Duerme niño bonito…", balbucea. Se oye el canto monótono de un grillo escondido en una grieta de la estufa. En el cuarto inmediato roncan el maestro y el aprendiz Afanasy. La cuna, al mecerse, gime quejumbrosa. Todos estos ruidos se mezclan con el canturreo de Varka en una música adormecedora, que es grato oír desde la cama. Pero Varka no puede acostarse, y la musiquita la exaspera, pues le da sueño y ella no puede dormir; si se durmiese, los amos le pegarían. La lamparilla verde está a punto de apagarse. El círculo verde del techo y las sombras se agitan ante los ojos medio cerrados de Varka, en cuyo cerebro semidormido nacen vagos ensueños. La muchacha ve en ellos correr por el cielo nubes negras que lloran a gritos, como niños de teta. Pero el viento no tarda en barrerlas, y Varka ve un ancho camino, lleno de lodo, por el que transitan, en fila interminable, coches, gentes con talegos a la espalda y sombras. A uno y otro lado del camino, envueltos en la niebla, hay bosques. De pronto, las sombras y los caminantes de los talegos se tienden en el lodo.
-¿Para qué hacéis eso? -les pregunta Varka.
-¡Para dormir! -contestan. Queremos dormir.Y se duermen como lirones.Cuervos y urracas, posados en los alambres del telégrafo, ponen gran empeño en despertarlos."Duerme niño bonito…", canturrea entre sueños Varka.Momentos después sueña hallarse en casa de su padre. La casa es angosta y obscura. Su padre, Efim Stepanov, fallecido hace tiempo, se revuelca por el suelo. Ella no le ve, pero oye sus gemidos de dolor. Sufre tanto -atacado de no se sabe qué dolencia-, que no puede hablar. Jadea y rechina los dientes.-Bu-bu-bu-bu...La madre de Varka corre a la casa señorial a decir que su marido está muriéndose. Pero ¿por qué tarda tanto en volver? Hace largo rato que se ha ido y debía haber vuelto ya. Varka sueña que sigue oyendo quejarse y rechinar los dientes a su padre, acostada en la estufa. Mas he aquí que se acerca gente a la casa. Se oye trotar de caballos. Los señores han enviado al joven médico a ver al moribundo. Entra. No se le ve en la obscuridad, pero se le oye toser y abrir la puerta.-¡Encended luz! -dice.-¡Bu-bu-bu! -responde Efim, rechinando los dientes.La madre de Varka va y viene por el cuarto buscando cerillas. Unos momentos de silencio. El doctor saca del bolsillo una cerilla y la enciende.-¡Espere un instante, señor doctor! -dice la madre. Sale corriendo y vuelve a poco con un cabo de vela. Las mejillas del moribundo están rojas, sus ojos brillan, sus miradas parecen hundirse extrañamente agudas en el doctor, en las paredes.
-¿Qué es eso, muchacho? -le pregunta el médico, inclinándose sobre él-. ¿Hace mucho que estás enfermo?
-¡Me ha llegado la hora, excelencia! -contesta, con mucho trabajo, Efim-. No me hago ilusiones...
-¡Vamos, no digas tonterías! Verás cómo te curas...
-Gracias, excelencia; pero bien sé yo que no hay remedio... Cuando la muerte dice aquí estoy, es inútil luchar contra ella...El médico reconoce detenidamente al enfermo y declara:-Yo no puedo hacer nada. Hay que llevarle al hospital para que le operen. Pero sin pérdida de tiempo. Aunque es ya muy tarde, no importa; te daré cuatro letras para el doctor y te recibirá.  ¡Pero en seguida, en seguida!
-Señor doctor, ¿y cómo va a ir? -dice la madre-. No tenemos caballo.-No importa; les hablaré a los señores y os dejarán uno.El médico se va, la vela se apaga y de nuevo se oye el rechinar de dientes del moribundo.-Bu-bu-bu-bu...Media hora después se detiene un coche ante la casa; lo envían los señores para llevar a Efim al hospital. A los pocos momentos el coche se aleja, conduciendo al enfermo. Pasa, al cabo, la noche y sale el Sol. La mañana es hermosa, clara. Varka se queda sola en casa; su madre se ha ido al hospital a ver cómo sigue el marido.Se oye llorar a un niño. Se oye también una canción:"Duerme niño bonito…"A Varka le parece su propia voz la voz que canta. Su madre no tarda en volver. Se persigna y dice:
-¡Acaban de operarle, pero ha muerto! ¡Santa gloria haya!... El doctor dice que se le ha operado demasiado tarde; que debía habérsele operado hace mucho tiempo.Varka sale de la casa y se dirige al bosque. Pero siente de pronto un tremendo manotazo en la nuca. Se despierta y ve con horror a su amo, que le grita:-¡Mala pécora! ¡El nene llorando y tú durmiendo!Le da un tirón de orejas; ella sacude la cabeza, como para ahuyentar el sueño irresistible y empieza de nuevo a balancear la cuna, canturreando con voz ahogada. El círculo verde del techo y las sombras siguen produciendo un efecto letal sobre Varka, que, cuando su amo se va, torna a dormirse. Y empieza otra vez a soñar. De nuevo ve el camino enlodado. Infinidad de gente, cargada con talegos, yace dormida en tierra. Varka quiere acostarse también; pero su madre, que camina a su lado, no la deja; ambas se dirigen a la ciudad en busca de trabajo.-¡Una limosnita, por el amor de Dios! -implora la madre a los caminantes-. ¡Compadeceos de nosotros, buenos cristianos!-¡Dame el niño! -grita de pronto una voz que le es muy conocida a Varka-. ¡Otra vez dormida, mala pécora! Varka se levanta bruscamente, mira en torno suyo y se da cuenta de la realidad: no hay camino, ni caminantes, ni su madre está junto a ella; sólo ve a su ama, que ha venido a darle teta al niño.Mientras el niño mama, Varka, de pie, espera que acabe. El aire empieza a azulear tras los cristales; el círculo verde del techo y las sombras van palideciendo. La noche le cede su puesto a la mañana.-¡Toma al niño! -ordena a los pocos minutos el ama, abotonándose la camisa-. Siempre está llorando. ¡No sé qué le pasa!Varka coge al niño, lo acuesta en la cuna y empieza otra vez a mecerle. El círculo verde y las sombras, menos perceptibles a cada instante, no ejercen ya influjo sobre su cerebro. Pero, sin embargo, tiene sueño; su necesidad de dormir es imperiosa, irresistible. Apoya la cabeza en el borde de la cuna, y balancea el cuerpo al par que el mueble, para despabilarse; pero los ojos se le cierran y siente en la frente un peso plúmbeo.-¡Varka, enciende la estufa! -grita el ama, al otro lado de la puerta. Es de día. Hay que comenzar el trabajo.Varka deja la cuna y corre por leña a la porchada. Se anima un poco; es más fácil resistir el sueño andando que sentado. Lleva leña y enciende la estufa. La niebla que envolvía su cerebro se va disipando.-¡Varka, prepara el samovar! -grita el ama.Varka empieza a encender astillas, mas su ama la interrumpe con una nueva orden:-¡Varka, límpiale los chanclos al amo!Varka, mientras limpia los chanclos, sentada en el suelo, piensa que sería delicioso meter la cabeza en uno de aquellos zapatones para dormir un rato. De pronto, el chanclo que estaba limpiando crece, se infla, llena toda la estancia. Varka suelta el cepillo y empieza a dormirse; pero hace un nuevo esfuerzo, sacude la cabeza y abre los ojos cuanto puede, en levitación de que los chismes que hay a su alrededor sigan moviéndose y creciendo.-¡Varka, ve a lavar la escalera! -ordena el ama, a voces-. ¡Está tan cochina, que cuando sube un parroquiano me avergüenzo!Varka lava la escalera, barre las habitaciones, enciende después otra estufa, va varias veces a la tienda. Son tantos sus quehaceres, que no tiene un momento libre.Lo que más trabajo le cuesta es estar de pie, inmóvil, ante la mesa de la cocina, mondando patatas. Su cabeza se inclina, sin que ella lo pueda evitar, hacia la mesa; las patatas toman formas fantásticas; su mano no puede sostener el cuchillo. Sin embargo, es preciso no dejarse vencer por el sueño: está allí el ama, gorda, malévola, chillona. Hay momentos en que le acomete a la pobre muchacha una violenta tentación de tenderse en el suelo y dormir, dormir, dormir...Transcurre así el día. Llega la noche.Varka, mirando las tinieblas enlutar las ventanas, se aprieta las sienes, que se siente como de madera, y sonríe de un modo estúpido, completamente inmotivado. Las tinieblas halagan sus ojos y hacen renacer en su alma la esperanza de poder dormir.Hay aquella noche una visita.-¡Varka, enciende el samovar! -grita el ama.El samovar es muy pequeño, y para que todos puedan tomar té hay que encenderlo cinco veces.Luego Varka, en pie, espera órdenes, fijos los ojos en los visitantes.-¡Varka, ve por vodka! Varka, ¿dónde está el sacacorchos? ¡Varka, limpia un arenque!Por fin la visita se va. Se apagan las luces. Se acuestan los amos.-¡Varka, abraza al niño! -es la última orden que oye.Canta el grillo en la estufa. El círculo verde del techo y las sombras vuelven a agitarse arte los ojos medio cerrados de Varka y a envolverle el cerebro en una niebla."Duerme niño bonito…", canturrea la pobre muchacha con voz soñolienta.El niño grita como un condenado. Está a dos dedos de encanarse.Varka, medio dormida, sueña con el ancho camino enlodado, con los caminantes del talego, con su madre, con su padre moribundo. No puedo darse cuenta de lo que pasa en torno suyo. Sólo sabe que algo la paraliza, pesa sobre ella, la impide vivir. Abre los ojos, tratando de inquirir qué fuerza, qué potencia es ésa, y no saca nada en limpio. Sin alientos ya, mira el círculo verde, las sombras... En este momento oye gritar al niño y se dice: "Ese es el enemigo que me impide vivir."El enemigo es el niño.Varka se echa a reír. ¿Cómo no se le ha ocurrido hasta ahora una idea tan sencilla?Completamente absorbida por tal idea se levanta, y, sonriendo, da algunos pasos por la estancia. La llena de alegría el pensar que va a librarse al punto del niño enemigo. Le matará y podrá dormir lo que quiera.Riéndose, guiñando los ojos con malicia, se acerca con tácitos pasos a la cuna y se inclina sobre el niño.Le atenaza con ambas manos el cuello. El niño se pone azul, y a los pocos instantes muere.Varka entonces, alegre, dichosa, se tiende en el suelo y se queda al punto dormida con un sueño profundo...

sábado, 18 de abril de 2009

Almas Tiristes (parte 2)

Perdonen por el retraso, ya esta aquí la segunda parte... Coméntenla y digan si quieren que continúe con la historia!!!

-¡Ya despierta!, Sofía. Se te hará tarde.

-Ya voy... ¡Ya, ya estoy despierta!-contestó, milagrosamente, desde su recámara-. No deseo llegar tarde el día de hoy.

-¡Qué bueno hija! ¿Isaac?, ¿cuándo llega?

-Mañana al amanecer- respondió saliendo de su recámara lista para un día más de asueto.

- ¿Ya que desocupe a la aman...?

-¡Ama!, ¿de que lado estas?- este era el momento en el que la garganta se cierra a la hora del desayuno...- No digas tonterías...

Terminó su desayuno en silencio. Hacia ya varias veces que soñaba lo mismo, la llenaba  de amargura y sudaba sobre hielo. Pero hoy sería su gran día: ¡Hoy comenzaría su vida profesional! En unos meses su examen del doctorado... las ansias estaban consumiéndola al igual que ella a su desayuno.

Al llegar se presentó con el director general de la clínica. Inmediatamente fue asignada a la unidad de cuidados intensivos y recuperación. Aceptó, sabiendo que si lograba hacer un buen papel aquí, no sería difícil atender casos "más frescos". De hecho, era el puesto que deseaba... realmente lo necesitaba.

Su trabajo consistía, básicamente, en anotar las horas, sean de entrada o salida, y el motivo; asistir a los doctores y enfermeras en los cuidados de los pacientes, es decir, alimentar los que no fueran autosuficientes, revisar signos vitales y esas cosas... el único problema es que saliendo debía comprarse un reloj.

Silla cómoda, estancia bonita, trabajo en su área de estudio y con posibilidades de ascenso... ¡Qué más podría pedir? Ya estaba disfrutando demaciado que olvidó revisar a los pacientes. Para ser una sala de recuperación había demasiado movimiento: los internos hacían de las suyas aparentando que estaban bien, tanto que, si no se supiera que eran recién operados uno les exigiría salir de ahí… en especial a uno “vistosito” que era el más revoltoso, a pesar de estar operado de la columna; pues, una recién operada de la vesícula comenzó a levantarse de la camilla por necesidades fisiológicas,  y como el dolor le impedía levantarse intentó un esfuerzo extra antes de pedir ayuda: se tomó del tubo para apoyarse. Nuestro amigo, al ver dicha acción, comenzó a aplaudir y gritar “¡tubo, tubo!… ¡yeah!”..., la chica comenzo a reir quejandose del dolor que le causaba la misma risa. Otros pacientes sigueron con la juega hasta que un señor mayor, recién operado del pulmón izquierdo, lo calló pidiendo respeto a la señorita del fondo… “La bella durmiente”.

Nadie la conocía, solo la trajo una ambulancia por la mañana directo a urgencias, pues estaba tirada en la calle, inconsciente, a punto de morir de hipotermia… Pero, para estos momentos ya se encontraba conectada a un respirador, arropada, monitoreada y con un coctel de medicinas en su sistema para prevenir posibles enfermedades propias del frio.

-¿La conoce, señorita Sofía?

-No doctor.

-¡Ya sabia!, dicen que es del pueblo, que vende periódicos en el crucero de enfrente… no recuerdo haberla visto.

- ¡No recuerdo haberte visto leyendo periódicos, Humberto!- agregó- Pobre inocente… deseo de todo corazón que despierte.

- De eso se encargarán los verdaderos doctores…

- ¡Ja, ja, ja, ja!, Dentro de poco podré verte a la cara y demostrarte que soy mejor que tú, patético patán…

- Ya lo veremos…

- Claro, ¡cuando apruebe a la primera!, “quinta vez”.

- Por lo pronto estas bajo mi tutela, todos los pacientes de esta sala son mis pacientes, así que quiero buenas notas y entendibles, bitácora completa... y un café en quince minutos.

- ¡Soy asistente!, la bitácora y lo demás si lo hago… que hora es… ¡ya sé!, la hora de que te prepares tu café, ¡sólo!

-Estudia para tu examen… y encomiéndate a tu santo de devoción que no seré idulgnte.

-Gracias Humberto- dicho esto, él se dio la vuelta revisando su reloj, ella caminó hacia el respirador de la joven dormida y revisó el historial para archivarlo en la bitácora.

Humberto era su amigo y mentor desde la facultad de medicina… ella de primero de licenciatura, el de a punto de terminar el doctorado. Siempre la había ayudado y asesorado en sus trabajos, siendo persistente y audaz. Salieron un tiempo, pero después se dieron cuenta que la única química entre ellos eran los fármacos que estudiaban… mejor lo dejaron por la paz, sobre todo despues de que él se hiciera maestro de la facultad.

De regreso a casa, y de paso por Isaac al aeropuerto, paso por la tienda de hamburguesas en el carro. Le había mentido a su madre para “tenerlo” por doce horas sin interrupción…

viernes, 10 de abril de 2009

Almas Tristes( Parte 1)

Este es un "cuentototote" que quiero compartir con ustedes... coméntenle bonito :)

Salió llorando esa lluviosa mañana de invierno, tanto, que las gotas al chocar en su cara parecían lanzas a tropel lanzadas por el cielo.

- ¡Y no regreses jamás!

- ¡Eso pretendo!- giro, repentinamente, y tomando fuerza...- ¡Te odio!

La amargura llegó de golpe al sentir el granizo que ataca con furia, sin piedad ni cuartel y su acostumbrada puntería. Desprotegida por la escotada blusa de algodón y sus jeans cortos comenzaba a sentir ya los efectos del frio. Sus ojos mostraban la amargura de cientos de noches en vela, causadas por la necesidad de soportar la maldad del mundo en su propia piel.

Corrió cuanto pudo ocultar en sus lágrimas de los insultos casuales, los piropos indecentes y fuera de lugar, la vergüenza, el coraje, todo bajo las gotas heladas de un llanto mayor. Comenzó a temblar. Sus piernas comienzan a fallar. Ya no sentía frió... no sentía el dolor... el calor se le escapaba de su cuerpo. Su mirada va como un lento atardecer. Llegaba el final y lo sabia... lo deseaba. Los ruidos se comenzaron a callar lentamente... todo iba perdiendo el brillo... la lluvia dejaba de sentirse en su cuerpo... El aire se comenzó a terminar...

viernes, 3 de abril de 2009

Multitud

Estaba sólo, ahí, en medio del mar de personas, bailando. No hacia nada más que mover mi cuerpo al ritmo del compás silencioso, estrepitando en mis oídos.Todo mundo toca todos lados, pocas veces sin lastimar. Mi garganta se comienza a secar, y ella, sonriente, me regala su botella, adulterada, con una sonrisa carmesí. Minutos, besos, horas, botellas, dinero... todo se fue, como la mayoría de mis recuerdos: Fundidos en luces de colores, diarios de viento escritos con humo, felicidad diluida en recuerdos. Y así pase la noche, en el torbellino solitario de personas.

martes, 24 de febrero de 2009

El último adios

“Abrí la puerta y salí a la selva
desierta de tu abandono”
“Anonimisado”.


Le decían “el dinosaurio”, y más que ganado se lo tenía: Ni el dueño del lugar donde laboraba tenía tanto tiempo y experiencia como él. ¿Su nombre?, quedó atrapado en algún lugar de su vida, allá en un lugar de su metamorfosis de hombre a músico. De hecho, preguntar su nombre era un sacrilegio. Para todos, “el dinosaurio” debía ser suficiente (“dino”, con más confianza).
No es precisamente el más importante, pero es fundamental: la historia se desarrolla alrededor de nuestro personaje “prehistórico”, mas no es su historia, es la mía.
Éste, que el tiempo le concedió un poco de su sabiduría, me inculcó el amor por el arte: Le encantaba leer, jugar videojuegos (el arte más lindo y puro, por supuesto); músico por profesión (su fuerte, las serenatas), muy observador, conservador y trotamundos… La idea es que siempre cargaba conmigo, y esas cosas se pegan por ósmosis.
“Estoy viejo, pero aún fuerte”, solía decirnos a menudo, sobre todo al regresar de su trote matutino(al que, por suerte, siempre me lo perdía). Siempre encontraba la ocasión de hacernos retarlo: “Ya me canse, pero tu no puedes”, “¡Apostamos!” – Solíamos caer con frecuencia, creo que por aquello del dicho: “Más sabe el diablo…” -. Regularmente él ganaba.
La vida quiso probarme, y me separó de mi abuelo, “el dinosaurio”, sólo pasaron unos meses, que parecieron años, cuando lo vi por vez última. Como era su costumbre, me retó a una partida de ajedrez, yo quería que apostara su dentadura pero se negó, de igual modo estaban en juego unas sabritas para el ganador… escogió Doritos nacho. La verdad es que sabía dos cosas: Él ganaría, y aparte de pagar las papas me convidaría de su “botín” (la vida es tan sencilla a los siete años…). Fue una tarde linda, serena, eterna… pero no lo suficiente como para ser la despedida.
Mis padres tuvieron una disputa (otra vez) acerca de quien se quedaría conmigo. Jamás entendí por qué los padres te dicen que quieren lo mejor para ti, pero nunca te preguntan qué sería eso. Terminé es casa de mi papá. No me dejaba asomar las narices de “su fortaleza”, que en realidad era la casa de mis abuelos, sus padres. Al final, me tuve que resignar a mi nueva vida.
Cierto día, más compasión que cariño, obligó a mi padre llevarme a visitar a mi "dinosaurio". Estaba tan acabado, enfermo, solo… No sé qué creía, o de dónde imaginé que jamás se extinguiría, pero al fin de cuentas nadie se escapa, por muy grande e importante que sea. Me volvieron a aislar de su presencia “para protegerme”. Pero un par de meses después, como a inicios de junio, lo soñé de un modo muy extraño: se despedía de mi para siempre…

-Ya me voy, se feliz.

- ¡Llévame contigo!

-A dónde yo voy, aún no te corresponde ir. no te preocupes, estaré cuidándote, cada vez que me hables te escucharé, siempre que tu lo desees estaré contigo…

-¡Gracias! -me limpió las lágrimas con su pañuelo favorito-. Pero quiero verte otra vez.

- Bueno, despierta y veras lo que aún te espera...

Una despedida a través de las miradas: “adiós”, “Te quiero, ve con dios”… Esa mañana desperté, y efectivamente, el dinosaurio seguía ahí, en mi corazón.