martes, 12 de mayo de 2009

almas tristes (Parte V)

-->Por fin llega, aquí una parte mas... disfrútenla.

— ¿Tienes hambre?

— No, no necesito comer.

— Pero, entonces, ¿sí tienes hambre?

— ¿Por qué... —la mirada al caramelo, una lágrima amarga y solitaria, una sonrisa de cabeza...

— Perdón, ¿no te gusta éste?

Movió la cabeza afirmando.

— ¡Tómalo!

— ¿A cambio de qué?, nadie es tan bueno, tan generoso así nomas...— levantó la mirada fulminante, encarando directamente a la de Sofía. Mientras tanto, se sintió de nuevo en la realidad. La pequeña tomó el caramelo más asustada que convincente...

— No te haré daño...—Tomando acopio de valor, decidió olvidarlo, dejarlo...— Necesito que me digas algunos dato para saber quién eres...

De regreso a su escritorio, tomó una forma y la colocó en la tabla regresando a la camilla de...

— Mira, come éste -le entregó el emparedado que conservaba para si misma- ¿Cómo te llamas?

— María.

— María, qué...

— No sé.

— Mira, no pasa nada. Solo vamos a hacer un expediente nuevo...
— ¿Otro?
— Has estado en algún otro hospital...

— No

— Así esta mejor, no mas mentiras. Dime tu nombre completo y muerde tu emparedado.

— ¡MMM!, rico.

— Bueno, ahora dime tu nombre.

— A... Angélica Jazmín Pérez Hurtado.

— ¿Dónde vives?

— No me sé la dirección por que no hay, pero sé llegar a mi casa.

— mmm... ¿dónde queda?

— Es la casa sola del cerro, el de aquí atrás.

— ¿Qué?

— Sí, mis padrastros dicen que así nos escuchan los gritos. ¡Gritan mucho!, ambos. Mi papá llegó enojado y borracho el otro día, golpeo a mamá, a mi me escupió y me quería quitar la blusa, solo la rompió. A no ser que mi madre lo golpeó con la cazuela... salí corriendo sin parar. No tenía a donde ir, no sabia que hacer ni como...

Sofía estaba paralizada. Quería hablar, pero las palabras simplemente no salían. En la facultad no enseñan estas cosas. Tenia la ligera sospecha de saber como terminaría aquella historia en la casa... Un aire denso de no sé que la invadió, dándole valor para poder concluir con todo esto, aunque no para todos... Mientras tanto, unos ojos observaban por la puerta.

— ¿Qué edad tienes?

— Trece, el próximo mes cumplo catorce.

— ¿Escuela?—Era pregunta rutinaria, en este caso se contestaba sola.

Esto no podía dejarlo continuar. Esos tutores jamás se enteraron que Jazmín estaba en la clínica, ni tampoco estarían dispuestos a pagar los gastos. Sabía lo que haría. Lo deseaba. Lo necesitaba... ahora por la salud de ambas. Anotó en las observaciones que nadie la había visitado, la hora del ingreso y que hasta ahora había despertado.

— Sí todo sale bien, ahora seras dada de alta e iras a tu hogar...

— En fin... ya extraño el grito de los saltamontes... ¡de nuevo en casa, a lo mismo!

— No cantes victoria...

Tenía mucho por hacer en tan poco tiempo. No regresaría a lo mismo, de eso, Sofía se encargaba.

martes, 5 de mayo de 2009

Almas Tristes (Parte IV)

Para todos los que siguen la historia, no se preocupen. Todavía falta un buen de la historia... Si no entienden algo o de plano alguna parte esta confusa, por favor, comenten para mejorarla, ya está terminada solo que me da flojera teclear... ¡Gracias!
— ... Así, la "bella durmiente" despertó...
— Y Humberto la durmió... en espera del príncipe que mate a la bruja...
— ¡Ya, no seas payaso!, bueno, déjame levantarme porque debo irme...
— Pero si tú entras a las 10, y son las 8...
— Y que propones...
Ambos corrieron a la ducha en una guerra de ropa. Las escasas horas de sueño les llenaron tanto de energía que la media hora duró el triple... Y de la ducha a otros lados...
Al caer de las nubes, solo se vistió, salió corriendo llevando en su mente todos los detalles de sus experiencias recién adquiridas. Llegó a las 10 mas quince.
— Perdón, llegue tarde por culpa del tráfico — en ese momento, la calle del hospital estaba totalmente despejada. En eso, entra Humberto con un par de maletas...
— ¡Qué feo tráfico! Un carro mustang choco contra un poste de la luz, y le cayó al carro de Ricardo, el de pediatría, lo malo es que el tipo esta sano, y Ricardo atendiendo un paciente...
— ¡Qué sádico! — contestó la recepcionista, con gesto aterrado — ¡cómo dices que lastima!.. Por el contrario.
— No, es que todos tienen trabajo, hasta la aseguradora de Ricardo, pero como ninguno salió herido nadie nos pagará a los médicos más cercanos al accidente...
— Lástima — Coreo Sofía. La cara de asco se asomó detrás de la ventanilla de recepción —. ¿Ya despertó la Bella Durmiente?
— No, pero necesitamos que la despierten para que hable con los psicólogos que vendrán en dos horas. ¿podrían?
— Claro que no...
— ¿Qué acaso la bruja despierta a su presa? ¡No!, la mantiene dormida...
— ¡Gracias Sofía!, para eso son los amigos... — En eso todos se fueron a sus respectivos puestos de trabajos.
Estaba por terminar de cambiar las bolsas de suero, cuando su estomago comenzó a reclamar. Se apuró para correr a la cafetería para comprar unos bocadillos y un emparedado de crema. Y de regreso a su escritorio, recordó el porqué no habia desayunado... sentía de nuevo las gotas de agua calientes rosando por su piel... sus manos... su cuerpo desnudo uniendose a ella... sus labios recorriendola lentamente...
— Dígame enfermera, en qué puedo ayudarla...
— Perdón, puerta equivocada.
Decidió regresar al trabajo y enfocarse a él.
Al entrar, a punto de morder su emparedado, muy al fondo miró la silueta de la bella durmiente que comenzaba a levantarse...