miércoles, 10 de marzo de 2010

El recuerdo.

Y toda la pasión encerrada en un beso, todas esas ganas de tenerlo en sus brazos se vieron consumadas en un tierno beso. Tenía la necesidad de apretar, sentir, morir y revivir en el mismo hecho, mas no soltarlo.
Todo eso pasó el primer día de mi felicidad: mis nubes se escondían poco a poco, mas no miraba el sol aun, las penas se hacían más pequeñas pero no alcanzaba a comprender, ¿o era que ni las nubes se dignaban a cubrirme para esconder mi miseria?
Mi cabeza comenzó a sudar mas mis piernas temblaban de frío, sentía como si me hubiera dado un baño de agua helda, pero tenia una temperatura de agosto.
Ese día, él me sostuvo en sus brazos, yo me quise resistir mas era inevitable. ¡Yo misma lo deseaba con todo mi corazón!, ¡y cuando había llegado, simplemente me resistí a creerlo!
Comenzamos a jugar con los movimientos. El frío del estado del tiempo nos obligó a acercarnos poco a poco fuera de nuestra voluntad. Fue tan rápido, que en un abrir y cerrar de ojos él ya estaba abrazándome, ¡y en un respirar sentía su aliento sobre mi cara!
Y ese día me pidió algo, que hoy es el mayor motivo de mi felicidad… ¡Que me convirtiera en su novia! Naturalmente le dije que no. Lo hice esperar para que supiera lo que yo he sentido desde que lo mire de modo especial por vez primera, hasta hoy.
El motivo de duda, ahora que lo recuero, él me acababa de conocer ese día.
El primer día lo viví muy angustiada, me la pase pensando: ¿Ya se declaró? ¿No tengo su número? ¿Cómo le hago para hablarle? ¿Me recordará? ¿Qué le contesto? ¿Qué estará pensando? ¿Recordara mi nombre?
Pero el segundo día, a pesar que en el transporte publico no se avanza por temor a que la competencia empeore, me di un golpe comprobando la ley de inercia y después la de gravedad (por cierto reprobé física). En la escuela, mi mejor amiga dijo un mal comentario, y por ayudarla en clase me otorgaron un punto menos a mi favor. Pero después del atropello llego él, pidiendo mi número de celular.
Más tarde, cuando a luz del atardecer nos despedía a todos de nuestro recinto de estudios, él y yo estábamos juntos de nuevo. Mi corazón latía como una marea muerta por la faz de la luna, y sentía como a mi redonda se convertía en un altamar de ausencias. El viento tenia un dulce olor a miel.
Esa tarde me convencí de no hacerlo esperar un día más. Pasamos un fin de esos que solo pueden ser el principio de una relación que no se apagará en un buen de tiempo.
Al despedirnos me invitó al cine para ir al día siguiente, casualmente yo saldría con mis amigas ese mismo día, y al mismo cine. Pero yo dije que sí, que no había problema. Y al darse la vuelta cancele a mis amigas: solo les basto un “él va a ir conmigo al cine” para que no se aparecieran por el lugar. Después le mande un si, soy tu novia por mensaje escrito de texto.
En el cine tuve que pedir la sinopsis al salir de la sala por olvidar ver la película. Y después fuimos a comprar helados, y ¡a los juegos de motos! Al sentarnos en una banca, mi papá nos encuentra juntos. Yo me puse nerviosa en ese momento, porque no sabía como reaccionaría él. Pero se paró y saludo en gesto de presentación, y por si fuera poco nos acompaño hasta donde abordamos el trasporte a mi casa ¡Ellos se hablaron en nuestro segundo día de noviazgo! Ah, mi padre dijo: “ojala no fuera la última vez que nos topemos” Y para mí es buena señal. No hable el resto del camino.
Recordar aquella vez que fuimos por primera vez al parque, donde todo resulto de maravilla. Aunque algunas veces no terminamos en donde queríamos, e incluso yo no deseaba volver al parque nunca jamás
Pero hoy por hoy los días pasan sin que yo los pueda detener, y dentro de poco estaré a punto de dar a luz un pequeño bebé que espero ansiosa. Y parece que fue ayer cuando nos conocimos, y me consolaba diciendo que todo saldría bien, y que tendríamos muchos “ratitos” de felicidad con nuestros hijos, cuando yo creía que quedaría estéril por una enfermedad de mi adolescencia. “Que cosas”.
Ya solo me basta con saber que la dulce llama que se encendió en un instante de pasión sigue ardiendo al máximo, y que aún le falta mucho para que se extinga este gran amor que se cultivo día con día, en cada tarde, cuando nos abrasa el dulce encanto de la noche.