“A veces, me encantaría tener una vida como los demás… simplemente ser común”.
Perséfone Bohórquez
Ya casi es tarde. No tarda en llegar Ricado del trabajo. A ver si esta vez Manuel lo deja descansar antes de que comience a gritar por toda la casa: “¡cuéntame un cuento, papi, cuéntamelo!” Seguramente llegará con hambre. ¡Pero ya estoy lista! A Ricardo le fascina tener muchas entradas después del trabajo. Parecería que se siente un actor que sale al escenario para ser ovacionado. De tantas, ya he hecho una lista: la clásica, donde llega y Manuel grita y patalea por su cuento. Cenamos y a dormir. También está la fantasma, donde llega y nadie nos damos cuenta, se sube a la habitación se ducha y finge no haber ido a trabajar en todo el día (lo que a veces suena creíble, pero a mí no me engaña: en las tardes de cole de Manuel la siesta esta al orden de la tarde). Y mi favorita… cuando llega con su madre y ella llega con su instructivo memorizado...
¡Cena lista!, supongo que esta dieta vendrá mejor en porciones pequeñas. O pocos terminaran dejándose el plato a medio comer. Como detesto que me hagan eso, sobre todo si me dicen que está delicioso. Supongo que será de mucho pedir a dos piedras saltarinas un poco de seriedad. Bueno, ya son las cinco. Ya no tarda en llegar. Comienza mi turno de ama de casa….
... se llama Ricardo o Roberto???!!!
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