sábado, 18 de abril de 2009

Almas Tiristes (parte 2)

Perdonen por el retraso, ya esta aquí la segunda parte... Coméntenla y digan si quieren que continúe con la historia!!!

-¡Ya despierta!, Sofía. Se te hará tarde.

-Ya voy... ¡Ya, ya estoy despierta!-contestó, milagrosamente, desde su recámara-. No deseo llegar tarde el día de hoy.

-¡Qué bueno hija! ¿Isaac?, ¿cuándo llega?

-Mañana al amanecer- respondió saliendo de su recámara lista para un día más de asueto.

- ¿Ya que desocupe a la aman...?

-¡Ama!, ¿de que lado estas?- este era el momento en el que la garganta se cierra a la hora del desayuno...- No digas tonterías...

Terminó su desayuno en silencio. Hacia ya varias veces que soñaba lo mismo, la llenaba  de amargura y sudaba sobre hielo. Pero hoy sería su gran día: ¡Hoy comenzaría su vida profesional! En unos meses su examen del doctorado... las ansias estaban consumiéndola al igual que ella a su desayuno.

Al llegar se presentó con el director general de la clínica. Inmediatamente fue asignada a la unidad de cuidados intensivos y recuperación. Aceptó, sabiendo que si lograba hacer un buen papel aquí, no sería difícil atender casos "más frescos". De hecho, era el puesto que deseaba... realmente lo necesitaba.

Su trabajo consistía, básicamente, en anotar las horas, sean de entrada o salida, y el motivo; asistir a los doctores y enfermeras en los cuidados de los pacientes, es decir, alimentar los que no fueran autosuficientes, revisar signos vitales y esas cosas... el único problema es que saliendo debía comprarse un reloj.

Silla cómoda, estancia bonita, trabajo en su área de estudio y con posibilidades de ascenso... ¡Qué más podría pedir? Ya estaba disfrutando demaciado que olvidó revisar a los pacientes. Para ser una sala de recuperación había demasiado movimiento: los internos hacían de las suyas aparentando que estaban bien, tanto que, si no se supiera que eran recién operados uno les exigiría salir de ahí… en especial a uno “vistosito” que era el más revoltoso, a pesar de estar operado de la columna; pues, una recién operada de la vesícula comenzó a levantarse de la camilla por necesidades fisiológicas,  y como el dolor le impedía levantarse intentó un esfuerzo extra antes de pedir ayuda: se tomó del tubo para apoyarse. Nuestro amigo, al ver dicha acción, comenzó a aplaudir y gritar “¡tubo, tubo!… ¡yeah!”..., la chica comenzo a reir quejandose del dolor que le causaba la misma risa. Otros pacientes sigueron con la juega hasta que un señor mayor, recién operado del pulmón izquierdo, lo calló pidiendo respeto a la señorita del fondo… “La bella durmiente”.

Nadie la conocía, solo la trajo una ambulancia por la mañana directo a urgencias, pues estaba tirada en la calle, inconsciente, a punto de morir de hipotermia… Pero, para estos momentos ya se encontraba conectada a un respirador, arropada, monitoreada y con un coctel de medicinas en su sistema para prevenir posibles enfermedades propias del frio.

-¿La conoce, señorita Sofía?

-No doctor.

-¡Ya sabia!, dicen que es del pueblo, que vende periódicos en el crucero de enfrente… no recuerdo haberla visto.

- ¡No recuerdo haberte visto leyendo periódicos, Humberto!- agregó- Pobre inocente… deseo de todo corazón que despierte.

- De eso se encargarán los verdaderos doctores…

- ¡Ja, ja, ja, ja!, Dentro de poco podré verte a la cara y demostrarte que soy mejor que tú, patético patán…

- Ya lo veremos…

- Claro, ¡cuando apruebe a la primera!, “quinta vez”.

- Por lo pronto estas bajo mi tutela, todos los pacientes de esta sala son mis pacientes, así que quiero buenas notas y entendibles, bitácora completa... y un café en quince minutos.

- ¡Soy asistente!, la bitácora y lo demás si lo hago… que hora es… ¡ya sé!, la hora de que te prepares tu café, ¡sólo!

-Estudia para tu examen… y encomiéndate a tu santo de devoción que no seré idulgnte.

-Gracias Humberto- dicho esto, él se dio la vuelta revisando su reloj, ella caminó hacia el respirador de la joven dormida y revisó el historial para archivarlo en la bitácora.

Humberto era su amigo y mentor desde la facultad de medicina… ella de primero de licenciatura, el de a punto de terminar el doctorado. Siempre la había ayudado y asesorado en sus trabajos, siendo persistente y audaz. Salieron un tiempo, pero después se dieron cuenta que la única química entre ellos eran los fármacos que estudiaban… mejor lo dejaron por la paz, sobre todo despues de que él se hiciera maestro de la facultad.

De regreso a casa, y de paso por Isaac al aeropuerto, paso por la tienda de hamburguesas en el carro. Le había mentido a su madre para “tenerlo” por doce horas sin interrupción…

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